sábado, septiembre 04, 2010

la selección

Uno de los acontecimientos que marcaron mi vida desde mis tempranos años de infancia, fué el proceso de selección para la clase de "educación física" (deportes) al que año tras año, en febrero, eramos sometidos los estudiantes en el colegio: mas de ciento treinta y pico muchachitos repartidos en cuatro grupos, reunidos en la capilla* del colegio, mientras los profesores de cada deporte, con la camiseta blanca metida dentro del "bombacho" verde, esperaban la indicación del director de departamento para comenzar la selección...

"Fúlbol!", decía Edison.
Doscientas seseinta y pico manitos agitandose ansiosamente en el aire, acompañadas por las vocesitas diciendo "yo-yo-yo... profe!, profe! escójame, yo-yo-yo..."
"Vos... vos... mmm... el monito también... el que está al lado del cabezoncito; si vos!..", decía el 'profe' de fútbol.
"Basket!", continuaba Edison.
Cien manitos al aire... "yo-yo-yo... profe!, profe! a mí... yo-yo-yo!..."
(Diez minutos después: "ah! juemadre! no me escogieron!")
"Volibol", nuevamente Edison.
70 manitos agitadas con efervecencia... "Justi!... hey!, a mí... "
...y los dueños de las manitos restantes, conversando animadamente: "¿te viste pequeños gigantes ayer?"; "no, estaba haciendo las tareas para poder ver el tesoro del saber y la abejita maya..."
"Atletismo"... Edison -con voz de cansancio-.
Unas cuantas manitos, aún esperanzadas de ser escogidas...
...finalmente Edison, esta vez con voz de "empaque y vámonos", concluía la reunión diciendo:
"...bueno, y el resto pa' natación!"

Las "canchas de abajo"
(pista atlética a la izq.)
Colegio de San Jose - Medellín
Los primeros años, yo hacía parte del animado grupo que imploraba ser escogido, pero año tras año era la misma vaina, los profesores escogiendo los mismos alumnos para los equipos, hasta que luego de un par de años de no ser 'convocado' a ser parte del 'equipo de nada', opté por no volver a levantar la mano y caer en cualquiera de los dos grupos en los que sabía que no me podían rechazar: atletismo y natación...

Pero como me enseñaron en la casa: "si del cielo te caen limones, aprende a hacer limonada", decidí disfrutar la oportunidad que ahí se me presentaba: a correr cuando había que correr, a nadar cuando había que nadar y a dar el 100% para hacerlo bien.  También aprendí a verle el lado positivo a la situación:

Vuelta al Colegio
Foto adaptada (google maps)
Durante los años que corrí en la pista atlética, brillé como una estrella en la famosa "vuelta al colegio" donde todos los estudiantes una vez por bimestre (creo), sin importar el deporte en el que estuvieramos, teníamos que darle la vuelta al colegio, prueba que era maldecida por la mayoría, pero disfrutada por unos pocos (entre ellos yo) por la distancia y la inclemente topografía en el recorrido.  Atletismo, base de los demás deportes el cual (a excepción de las carreras de relevos) es un deporte individual donde das el todo en cada carrera sin depender de nadie... por el contrario, las personas que corren con vos antes representan un estímulo para sacar fuerzas de donde no hay y poder ganar la carrera.  El lado positivo de mis años de atletismo, fué obtener buena resistencia física.

Las piscinas del colegio
Foto: Carolina Vélez Betancur
(CSJ'93)
Luego, en mis años de bachillerato me dediqué a nadar; allí descubrí que la natación probablemente es el deporte más completo, en donde tu cuerpo no recibe tanto impacto como cuando estás corriendo, así que a largo plazo no vas a tener problemas en articulaciones; también que la cantidad de calorías quemadas nadando era mayor (comparando con 'correr' la misma cantidad de tiempo).  Bueno, pero en aquel entonces eso era lo último en mi lista de preocupaciones.  La principal ventaja era llegar a clase después del descanso largo, luego de la clase de deportes, bien peinado y fresquito, con el uniforme impecable, y mis compañeros todos sudao's, despelucao's, y con los zapatos todos enpolvao's de esa arena amarilla (y en otras ocasiones rojiza) que cubría las canchas del colegio.  Inclusive, en algunas ocasiones en que terminábamos temprano la clase, nos dedicabamos al relajo en la piscina de clavados.  En esa piscina vencí el miedo a las alturas (cuando aprendí a tirarme desde el trampolín alto sin quemarme) y a las profundidades (cuando aprendí a tocar el fondo de la piscina sin entrar en pánico ni tragar agua.)

A esos años de no haber sido seleccionado para practicar ningún deporte, de los que yo llamo "de precisión" (porque envuelven dominar una pelota y meterla en alguna parte, o tumbar algo, o pasarla de alguna forma) es que le debo mi falta de interés por seguir ningún deporte.  Yo disfruto a plenitud cuando corro, o cuando nado, y en años recientes, cuando monto en bicicleta... deportes individuales donde no dependo de nadie.  Mi propio espacio donde me concentro en el ejercicio y no en la competencia o la estrategia a seguir.
... como siempre: buenos recuerdos!!!


Capilla del Colegio de San José
[*La capilla del colegio ("capilla" pero con dimensiones de catedral - con órgano tubular y todo), es el recinto más versátil que he visto en mi vida... se acondicionaba para ser iglesia (Santa Misa, Primeras Comuniones, Confirmaciones, Confesiones, y sabrá Dios si hasta alguien se habrá casado allá también), sala de conciertos, la reunión de la clase de educación física, sala de conferencias, reuniones de padres de familia, graduaciones, regaños masivos,... aquí estamos en 1982, haciendo la Primera Comunión.]